Stella contempla la desaparición de la ciudad sin nombre. Hace un tiempo que partió, harta de fallidas promesas laborales.
—Imposible ser coronela. No importa, detesto las armas.
—Imposible ser sacerdotisa. No importa, detesto los fundamentalismos.
Sobre el suelo calcáreo llueven cenizas de códigos obsoletos y leyes patriarcales. Crónicas vetustas de una historia excluyente.
—Acaban de explotar las instituciones —escucha decir a la multitud.
—Era de esperarse —dice pensando en el tiempo que tomaran para desaparecer.
Satisfecha, Stella parte hacia otras tierras donde pueda ofrecer sus servicios: insurgenta de sistemas caducos.
© Cecilia Rivera Vera
Texto ganador del I Concurso-Maratón de Microrrelatos DeSgenerados
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